miércoles, 5 de octubre de 2016

Hortus Sanitatis



De la limitada virtud del ajo crudo.  

No es que quiera yo dudar (¡líbreme dios!) del sabio magisterio de Dioscórides, pero cuando dicta la sentencia de que "no le dañara la bebida de aguas desconocidas ni el cambio de residencia a aquel que tomare un ajo cada día en ayunas", no creo que acertara plenamente.

Que Martín, el pocero de Santa Ana, ha ido empeorando día a día y a ojos vistas desde que ocupa celda en esta prisión del Santo Oficio.

Y eso, a pesar de su dieta diaria de ajos crudos y en ayunas.

.

No hay comentarios: