lunes, 3 de octubre de 2016

Hortus Sanitatis









De la virtud del jabalín

Doradía, moza altiva y melindrosa, hija segunda de Pero Laínez, sacristán y sepulturero de la villa de Valderas, estuvo a punto de morir por negarse, desoyendo el llanto y los apuros de la madre, al remedio aconsejado contra el flujo de sangre en la nariz y consistente en aspirar, por espacio de lo que tarda en rezarse un Gloria Patri, los excrementos frescos y calientes de un jabalín macho y sin castrar, a ser posible.  

.

No hay comentarios: