domingo, 26 de mayo de 2013

Los años del francés

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O "La pesca de la trucha en... León"

La ciudad,  fiel a su origen cuartelero, resistía dormitando entre aquello que queda de dos ríos y sólo parecía despertar levemente del largo letargo del invierno cuando llegaban las francesas.

Venían ellas a aprender el español y a enseñarnos las rodillas por debajo de sus faldas volanderas.

No sé si don Ricardo Gullón logró enseñarles la importancia y novedad de la poesía de Panero o de Rosales en los ratos que vencían el sopor del mediodía.

Pero, en un intercambio equitativo, aprendimos a imaginar pasiones arrebatadas y susurros en la lengua del pecado y de películas prohibidas.

Fueron los años del francés.

Y pasaron muy deprisa.

Que después vinieron japoneses, alemanes, italianos y holandeses.  Y hasta rusos.

Y la rutina acabó con el misterio, con la pasión imaginada, con los intentos malogrados en la piscina del Casino.

Y les seguimos hablando de Unamuno, Valle Inclán y de los titos de Corbillos...

-Mira, Serguei, éste es el Órbigo, río truchero.  ¿Sabes qué son las truchas?
- Sí. Y sé que para estar buenas tienen que tener las tres efes: Frescas, Fritas y Frías..

El narrador se dio cuenta, de repente, del camino y del tiempo recorrido desde aquellos veranos del principio.

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1 comentario:

Beatriz Basenji dijo...

Aquellos veranos del principio,nunca vuelven!Pasaron y por pasar,siempre llevamos las largas caminatas por las dunas,los besos atrevidos del mar junto a las rocas,empujando sus espumas hasta donde pasaban aleteando las gaviotas.