Pequeñas historias de un reino que dicen que existió por estos valles cuando los osos cazaban a los reyes en justa represalia a sus ballestas y que, tras largos y gloriosos años de rencillas cazurras entre hermanos, cuchilladas certeras entre abades y fieros mordiscos silenciosos y canallas se ha ido acurrucando entre aquello que queda de dos rios y donde sueña enfebrecido, todavía, agitando la bandera, algún caudillo.
jueves, 21 de febrero de 2013
Vestido con plumas ajenas
Electra
Alberto Sobrino
Hilaria levanta los ojos de la labor y observa risueña cómo Abigail, su nieta de seis años, se entretiene recortando una revista.
-Y dime, vida mía, ¿tú que quieres ser de mayor? - le pregunta.
Abigail aplica pegamento al reverso de una modelo en bikini y aplasta el recorte contra un folio en blanco.
-Yo de mayor quiero ser mamá -responde, sin ningún asomo de duda.
Enternecida, Hilaria retoma la labor.
Al cabo de un rato, vuelve a levantar la vista
-¿Y cuántos hijos vas a tener, cielo?
Abigail termina de recortar un adonis con chaqué y lo fija junto a la modelo en bikini.
-A mí los hijos me traen sin cuidado -contesta en un tono didáctico, como si ella fuese la abuela, y la abuela una niña-. Yo lo que quiero es dormir con papá.
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