domingo, 3 de junio de 2012

Lorenzón, pobre de oficio






Lorenzón,  por mal nombre el mediapicha, asturiano de una pieza, vaquero en Cabañaquinta, sin más bienes que lo puesto y un cuarterón de tabaco, harto de andar por las brañas, se echó a los caminos de Dios a ejercer el viejo oficio de pobre, que es oficio de buen apaño y poco riesgo si tienes la precaución de hacerlo lejos del pueblo.  Oficio que  apenas pide herramienta o aparejos: dar recao si te lo piden, ser modoso con la gente, huir de los sacristanes, ser tonto si te lo llaman y azorrao si te conviene.

Con esto, que no es para tanto, aseguras la noche por los pajares, una escudilla de sopas y hasta vino por san Roque.

Pero en esto está el oficio: en lograrlo sin parecer que lo pides.

Que, al principio, Lorenzón llegó una noche de febrero a Redipuertas y un alma como Dios manda, por quitarle de la helada, le ofreció, caritativa:

-Pasa aquí pa’ la cocina y nos cuentas algo mientras cenamos.
Eran doce a la mesa, atacando las patatas con costilla con la prisa que da el hambre y la escasez de la comida.

Y Lorenzón, en un rincón, ajeno a la ceremonia, como si ya hubiese cenado.

-Y ¿qué hay por Asturias, Lorenzo?

-Pues nada. Qué ha de haber.  Lo de siempre. Telares y desconciertos.

-Cuenta, cuenta, Lorenzón, hombre y no te achiques.

-Pues nada, ya vos digo.  Allá en el Puerto que la gocha de Antolín ha parido trece crías.

-Y eso ¿qué tiene de malo?

-Pues según como se mire.  Que como la gocha sólo tiene doce tetas, viene a pasar lo que está pasando aquí: que mientras doce comen tan orondos a otro le toca mirar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué tiempos en que se permitía la entrada de un desconocido a la casa!Ahora en algunos lugares se vive tras rejas en las ventanas,en las puertas.Nadie atiende al desconocido que agita una campanilla.Cuando la señora de la casa sale a la vereda a depositar la bolsita de residuos,mira a derecha e izquierda,observa los follajes de los árboles.Y recién ahí se atreve a abrir la puerta de la verja.Un saludo.