Pequeñas historias de un reino que dicen que existió por estos valles cuando los osos cazaban a los reyes en justa represalia a sus ballestas y que, tras largos y gloriosos años de rencillas cazurras entre hermanos, cuchilladas certeras entre abades y fieros mordiscos silenciosos y canallas se ha ido acurrucando entre aquello que queda de dos rios y donde sueña enfebrecido, todavía, agitando la bandera, algún caudillo.
domingo, 15 de mayo de 2011
Enlobecidos
Versión narrada
enlobecidos
Versión escrita
Había pasado veinte años intentando explicar la lógica interna (si es que existe una cosa como esa) del terrorismo en sus múltiples facetas asesinas.
Y nada: 15 libros y multitud de conferencias en colegios, ateneos e institutos para concluir que era inexplicable esa locura del daño y la muerte innecesaria y gratuita.
Veinte años y ya ves tú por dónde, la clave se la dio Amador, el pastor de Pobladura cuando, una noche, en la cantina de Atilano, al ver en la tele el horror de unos trenes reventados a bombazos, se le ocurrió decir, como único comentario:
- Si es que están enlobecidos, Atilano.
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