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Él tomó el tren en Oviedo con destino a Madrid.
Ella se subió en León y ocupó el asiento de enfrente.
Era joven y rubia.
Parecía cansada.
Se acurrucó con la sabiduría de una gata casera, subiéndose el cuello del chaquetón para sentirse arropada.
Él la miraba dormir imaginando su nombre, sus gustos, los motivos de su viaje.
Fantaseando que era él quien la esperaba en la estación de destino y que ella, confiada y risueña, se arrojaba en sus brazos.
Tomarían un café en el bar de la Plaza de Oriente y después, tal vez la llevara hasta casa paseando despacio, besándola cada vez que, mimosa, le acercara la cara.
Por eso, cuando la vio desperezarse despacio y apearse al llegar a Medina del Campo, sintió, de repente, el dolor de quien rompe, de golpe, un largo noviazgo, media vida de amor y promesas que se van para siempre.
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12 comentarios:
Me gusta esta entrada... Acostumbro a ir en tren y a pesar de todo, todas estas imágenes de "encuentros" las imagino en trenes antiguos. A pesar de todo, sigue teniendo esa magia...
Si alguien, alguna vez, pensé en nosotros así, nunca nos enteraremos...
¡Hola Francisco! Vengo del blog de Alberto y déjame decirte que me gusta tu espacio. Estuve pispeando un rato, aquí y allá y me gusta, sobre todo esa presencia tácita de los niños, ese futuro que tanto depende de nosotros. Con tu permiso te he enlazado a mi blog.
Saludos!
Lo de enamorarse siempre tiene su encanto, aun cuando es con gran frecuencia y en periodos cortos.
El trayecto León Medina del campo me parece adecuado.
Un saludo.
A mí, hace años, me pasó algo parecido, sólo que ella me dejó en Ávila. Llegué a Chamartín con dos niños y una disputa muy seria en el juzgado por el piso que habíamos comprado en Arévalo.
Espera, ahora que lo pienso ella subió en Medina del Campo...
Me gustó, Paco. Un saludo.
miga Lucía: yo, como ya soy antiguo yo mismo, me imagino los encuentros en cualquier tipo de tren.
Gracias por la visita
Amiga Claudia: yo también he pasado por tu blog y te he añadido como una más de "los que conmigo van". Te invito también a que pases por el blog "contando bajo la lluvia" y te apuntes como uno de los autores. Me gustaría tenerte en este "filandón"
Saludos
Efectivamente, Moncho, los amores verdaderos tienen que ser eternos mientras duren
Un abrazo
Amigo Alberto: ¿Le preguntaste, por casualidad si se llamaba Ermelinda y era de Castrocontrigo?
Si era así, era ella misma, seguro.
Saludos
Hola Francisco. Espero coincidir contigo de nuevo en un próximo filandón. Me alegra encontrar tu blog.
Eso sí, si coincidimos juntos en un tren y aparece la moza... Me pido, únicamente yo, imaginarme la vida junto a ella... y te recuerdo... que tres son multitud incluso en los sueños. Alberto... Cuatro peor todavía. Olvidadla. Me ama a mi.
Amigo Manuel. Me alegro encontrate en este rincón. Siempre eres bienvenido
Un saludo
Si en vez de Oviedo, Madrid, León, etc. dijera "un lugar" diría que me estuviste leyendo los pensamientos de toda mi vida.
Toda aquella parte de mi vida que transcurrió en trenes fue exactamente así.
Yo me enamoro para siempre cada cinco minutos.
Un abrazo, saludos argentinos desde el sur de España.
Un abrazo muy fuerte, argentino de Granada, amigo y maestro Favelis (supongo, pero si me equivoco, un abrazo a los dos, a Favelis y a ti)
Salud
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