domingo, 25 de enero de 2009

La montaña

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En el principio, el profeta acudía a la montaña puntualmente, como un acto exigido, natural y rutinario. Nunca se supo la utilidad de aquel acto ritual, pero así estaba escrito. Y eso solo era bastante.

Con el tiempo se fue instalando en la molicie, en el disfrute de objetivos alcanzados, en el despacho silencioso de la curia, de la empresa, del cargo o la alcaldía, en las cuestiones internas de la iglesia, fortalecida e instalada.

Y olvidó las antiguas exigencias peregrinas.

Pero resultó que lo que estaba escrito, al final, vino a cumplirse y una mañana, después del mediodía, la montaña bajó hasta el profeta, como una ola embravecida y arrasó cuanto encontró a su paso: palacios, iglesias, curias, despachos, alcaldías y oficinas.

Por eso, no debe equivocarse el sentido de aquel dicho: la advertencia de que la montaña viene a Mahoma, si Mahoma no va a la montaña, no tiene nada que ver con la reconciliación, sino con la venganza, la justicia o el despecho del olvido.


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6 comentarios:

More dijo...

Ciertamente!!
Abrazos.

Anónimo dijo...

Asi lo creo, More baker
Abrazos

themackintoshman dijo...

Dicen que la montaña,es una amante celosa....y cuando uno no cumple on ella, las fuerzas de la naturaleza piden lo suyo.
Como siempre,aunque lleve tiempo callado, me sigo deleitando con la lectura de sus envíos.

Francisco Flecha dijo...

Me alegra saber de tí, amigo Macki
Saludos

Francisco Galván dijo...

Muy buena reflexión, te doy la razón en todo. Es lo que está sucediendo hoy en casi todos los sitios.
Salud

Francisco Flecha dijo...

Amigo Francisco. No se si llega a reflexión. Sólo pretendía ser un relato (o tal vez un deseo) ¡Que venga la montaña y arrase tantas posturas instaladas en la seguridad de los dogmas!
Un saludo