Fotografía de Agustín Berrueta
Tentativa de texto para acompañar a esta espléndida fotografía
Para Gus Berrueta, con todo afecto.
Cuando el mundo se hizo espeso y no quedaba ya nada que
esperar, se fue, decidida y de mañana, a buscar imposibles y otros aires a la
vieja ciudad de las promesas, la de la piedra tierna y dorada como el pan.
Pero en la perfecta cuadratura de la plaza, estrenando el
fulgor de un nuevo día, le alcanzó una llamada, tal vez las sombras de un
pasado al que quería renunciar, una última frontera. “Te veré cuando vuelva”, mintió.
No por piedad ni por mentir, sino convencida de que incluso
para volar en libertad conviene llevar algo de lastre en la bodega.
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