Fueron casi cincuenta años los que pasó redactando los Ecos de Sociedad del periódico local:
"Regresó al hogar, después de cursar con singular aprovechamiento un año más del bachillerato, el hijo de nuestro distinguido amigo y propietario de la gran fábrica de harinas "San Antonio", don Antonio Polanco.
Enviamos al joven Antonio la más sincera enhorabuena y deseamos continúe aplicándose de igual modo, hasta dar fin a la carrera que intente seguir."Todo era objeto de loa o comentario:
"Para pasar las fiestas de Navidad al lado de su distinguida familia llegó de Marruecos, donde ha pasado una temporada, la monísima señorita Purita Otal."A la gente le gustaba saber el ir y venir de las familias de buena posición:
"Ayer, festividad de san Antonio, la bellísima señorita Presentación Luarca inició su temporada de veraneo en la residencia familiar en Villacorta. Desde aquí le deseamos un merecido, agradable y reparador descanso"Cincuenta años, en fin, loando la belleza y los modales de otras gentes por encargo o compromiso.
Cuando le llegó la hora de su jubilación, por no dar trabajo a otra persona y por dejar el trabajo rematado hasta el final, dejó redactada su propia despedida:
"Cumplida la edad reglamentaria, se retira hoy nuestro estimado y honesto redactor Argimiro Alonso Fraile con la satisfacción del deber cumplido. La dirección y compañeros le deseamos muchos años de merecido y jubiloso descanso entre los suyos".Pero el recién nombrado Director, un joven brillante y bien dispuesto, pero con la intención de darle a la cosa un nuevo sello, al recibir la propuesta, le dijo paternal y un punto displicente:
-Hombre, Argimiro, no me jodas. Un poco de sobriedad, que tampoco es para tanto.
Al ponerse el abrigo,a Argimiro se le oyó murmurar, como entre dientes:
-La burla del destino: cincuenta años contando tonterías y la sobriedad viene a imponerse precisamente ahora.
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