lunes, 22 de junio de 2015

Macondo es la mirada

Juan Carlos MestreLitografía
 El deseo irrefrenable y antiguo de huir, de ser otro distinto en otro sitio, le hacía soñar con aquellos territorios lejanos y dichosos donde conviven sin pasmo ni sorpresa los dioses y los hombres, los muertos antiguos y los espíritus inquietos de los bosques, las muchachas con sueños de deseo, los coroneles que con el tiempo han olvidado en qué bando pelearon, la soledad de la plaza en las horas abrasadas del Sol de mediodía y las tardes remolonas dormitando en el chinchorro mientras llueve en el patio una lluvia feroz y primitiva.
Era injusto, en su opinión, que los prodigios sólo ocurrieran en las tierras calcinadas de Macondo o de Comala.
Jamás habría sospechado que pudiera ser posible que en estas altas parameras el arcángel san Gabriel hubiese venido conduciendo el autobús de peregrinos sustituyendo al conductor desvanecido.

Pero lo fue.  Que el arcángel lo hizo.  Y de ello fue testigo aquel cura bonachón y distraído, negado a la malicia o la mentira, pero capaz, entre otras muchas cosas, de dibujar con una tiza en la pizarra un cuadro de Canaletto con todas sus líneas de fuga y freno, en un pispás, como si nada.

Al oírselo contar, se dio cuenta de repente de que Macondo es sólo una forma de mirar alrededor con ese mirar embelesado con el que miran los locos, los poetas, los niños y los viejos.

Que Macondo, ya te digo, está sólo en la mirada.

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1 comentario:

Beatriz Basenji dijo...

Ya está Ud. en Joyero ! Tallando las gemas y exponiendo a ellas las luces del mas puro Universo. Que me ha dejado absorta y en una nube tan bellamente extendida, que ni pienso bajar en horas ! Cordiales saludos.