Traumas, síndromes y otras cosas de mucho preocupar
Hubo un tiempo, aquí e la jungla, en que apenas había diferencia entre los miembros de la manada de los monos.
Había, eso sí, el poderío (a veces agresivo y despótico, no lo niego) del macho dominante, la vinculación afectiva de las monas con su prole y poco más.
El resto eran monos, simplemente. Los había más gordos y más flacos, más altos y más bajos, más alborotadores y más tranquilos.
Y eso era todo.
Hasta que llegó aquella inglesita, menuda y soñadora, a estudiar la conducta de los monos como si se tratara de paisanos y resultó que existían notables diferencias de carácter, de trastornos y conductas. Y uno resultó ser hiperactivo, otro sufrir de déficit de atención, otro tenía problemas de coordinación motora, otro destacaba en habilidad instrumental...
Y así, uno por uno, hasta el final.
Cuando a Chita le contaron los avances de todo aquel estudio, absorta como estaba en sacar termitas con un palo que había ella misma preparado, le dijo sentenciosa a su pupilo:
- Mira, Tarzán, hijo: todos estos diagnósticos no se sabe si describen diferencias o, más bien, las provocan.
1 comentario:
Sabia Chita ! Con esta cuestión de las diferencias cuantos niños segregados desde la infancia! Recordamos a un niño que fue enviado a una escuela diferenciada, y la familia decidió enviarlo con una profesora de Música por si los sonidos le despertaban algo. Pues sí, le despertaron el "algo" y hoy es un admirado solista que vive dando conciertos del mas alto nivel.
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