martes, 23 de junio de 2015

Educando a Tarzán

 


Traumas, síndromes y otras cosas de mucho preocupar

Hubo un tiempo, aquí e la jungla, en que apenas había diferencia entre los miembros de la manada de los monos.

Había, eso sí, el poderío (a veces agresivo y despótico, no lo niego) del macho dominante, la vinculación afectiva de las monas con su prole y poco más.

El resto eran monos, simplemente.  Los había más gordos y más flacos, más altos y más bajos, más alborotadores y más tranquilos.

Y eso era todo.

Hasta que llegó aquella inglesita, menuda y soñadora, a estudiar la conducta de los monos como si se tratara de paisanos y resultó que existían notables diferencias de carácter, de trastornos y conductas.  Y uno resultó ser hiperactivo, otro sufrir de déficit de atención, otro tenía problemas de coordinación motora, otro destacaba en habilidad instrumental...

Y así, uno por uno, hasta el final.

Cuando a Chita le contaron los avances de todo aquel estudio, absorta como estaba en sacar termitas con un palo que había ella misma preparado, le dijo sentenciosa a su pupilo:

- Mira, Tarzán, hijo: todos estos diagnósticos no se sabe si describen diferencias o, más bien, las provocan.


1 comentario:

Beatriz Basenji dijo...

Sabia Chita ! Con esta cuestión de las diferencias cuantos niños segregados desde la infancia! Recordamos a un niño que fue enviado a una escuela diferenciada, y la familia decidió enviarlo con una profesora de Música por si los sonidos le despertaban algo. Pues sí, le despertaron el "algo" y hoy es un admirado solista que vive dando conciertos del mas alto nivel.