martes, 25 de agosto de 2015

La Piscina del Verano

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La Venatoria. Fotografía de Pepe Gracia


"La vida y la muerte

bordada en la cara
tenía Merceditas,
la del guardarropa"


A veces la memoria se atrinchera tozudamente en los detalles más pequeños.

Seguramente, aquella de mi recuerdo no se llamaba Merceditas.

Solo sé que tenía una voz aguda y el tonillo de la gente de ribera.

Como piden los recuerdos, también este es de hace tiempo.  Que no se habían inventado ni los guasapes ni los móviles. (aunque la cosa que aquí cuento justifica y bendice estas hazañas del ingenio).

Pues la cosa es, señor, que en las largas tardes del agosto, en la piscina, llegaba a hacerse insufrible la llamada continua de la mujer del guardarropa, reclamando por la megafonía:

- ¡Isabelita Lorenzana, al teléfono!

Y así, toda la tarde.  Todas las tardes del verano.  Haciendo oficial el ranking de las más solicitadas.

Monotonía tal vez imprescindible que acompañaba las tardes de piscina.  Monotonía que rompía, de vez en cuando, algún gracioso:

- ¿Puedes llamarme, por favor a Elena Nito del Bosque?

Y aquella del guardarropa que. seguramente, también tenía la vida y la muerte bordada en la cara, sumisa y distraída, llamaba por la megafonía (y siempre inútilmente) a Elena Nito con aquella voz aguda y el tonillo familiar de la gente de ribera.

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1 comentario:

Beatriz Basenji dijo...

Que maravilloso que allí donde haya un jardín - cuanto más un bosque! - hubiera un enanito siempre dispuesto a echarnos una manita cuando al final del invierno debemos quitar las malas hierbas, descubrir los palacios subterráneos de las hormigas, o dar cuenta de los caracoles que aún duermen el sueño de los Justos!