jueves, 15 de enero de 2015

La pollera colorá





Yolandita Mercadal era puta, si señor, y a mucha honra, que su trabajo le costaba. Y gracias a aquellos trajines cotidianos había ido saliendo adelante en esta ciudad enorme y bulliciosa de México Distrito Federal, donde había abierto, incluso, un discreto saloncito (de nombre "La Pollera Colorá") en el número 23 de la calle La Soledad, en la trasera misma del Palacio Nacional.

Yolandita Mercadal era puta, si señor, ya le digo, pero piadosa y agradecida como una Hermanita del Señor Sacramentado.

Así lo demostró cuando después de mucho bamboleo consiguió este trabajo, a los pocos meses de llegar a La Merced desde su casa de allá en Palanca Hidalgo. Cuando aquello se hizo fijo mandó pintar un exvoto a un imaginero de la Puebla de los Ángeles para agradecerle a la Santa Virgen la gracia concedida:
Le doy grasias a la Virgencita de Guadalupe que ya encontré trabajo de puta aquí en La Merced, México. Cuídame mucho para poder mandarles unos sentavitos a mis padres, allá en Palanca Hidalgo. 12 didembre 1950.

Ahora ya, con un mayor desahogo, piso propio y los achaques de la edad le sigue pidiendo a la Virgen salud y clientela para que el negocio no decaiga, que la cosa se está poniendo medio mala.


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1 comentario:

El tejón dijo...

Es de bien nacidos,ser agradecidos.