El Darío
Adormecido por el calor y la momserga de los partidos del domingo en el sonido confuso de la radio, el sacristán del Mercado repasaba, una vez más, las doscientas aventuras amorosas que podía haber tenido y que no tuvo.
Que no hay nada mejor que el recuerdo amodorrado de las cosas que no han sido cuando te pilla la noche, la nostalgia y el cansancio en una de estas cantinas del Mercado.
1 comentario:
Mire usted qué pena
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