Hay sitios en que los muertos
son más vivos que los nuestros
y salen del cementerio
para darle gusto al cuerpo.
No quieren flores ni rezos,
prefieren un escarceo,
menear el esqueleto
y, a veces, hasta unos besos
Pequeñas historias de un reino que dicen que existió por estos valles cuando los osos cazaban a los reyes en justa represalia a sus ballestas y que, tras largos y gloriosos años de rencillas cazurras entre hermanos, cuchilladas certeras entre abades y fieros mordiscos silenciosos y canallas se ha ido acurrucando entre aquello que queda de dos rios y donde sueña enfebrecido, todavía, agitando la bandera, algún caudillo.
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