Eran tiempos aquellos en que los hombres morían de pie, como el negrillo. Veían venir la muerte y la miraban de frente como a un viejo compañero de otros tiempos.
La mañana de febrero que vino a nuestra casa en busca del abuelo las cosas ocurrieron con la simplicidad de las cosas de a diario.
Asomó el abuelo en la cocina por ponernos sobre aviso, más que nada.
-Vengo a deciros que me muero. Por si luego, al asomaros a la alcoba, os asusta el verme muerto.
- ¡Ande, ande, vuelva a la cama que es temparano y está frío!
Después de un momento, madre fue a ver si estaba bien tapado.
Y, efectivamente, estaba muerto.
Y es que eran tiempos aquellos, como digo, en que los hombres morían de pie, como el negrillo y en silencio, como las tapias de los huertos.
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1 comentario:
Pues sí. Recuerdo un vecino que nos fue llamando familia por familia para despedirse , dijo, porque seguro no pasaba de ese día.Nosotros- niños entonces - nos admirábamos y pensábamos que se trataba de una imaginación alterada. Tal como lo anunció. Al final de ese día se rindió a lo invisible.
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