En las noches de zambra, cuando ya solo quedabamos los cabales y se toreaba de cerca y pegado a las tablas, se abría el frasquito de las confidencias y al cantaor le gustaba decir que el prefería dormir en pelotas por razones de historias pasadas.
Que cuando Margot, la madama de aquella casa de citas que el tiempo y la querencia convirtió en su refugio, cuartel y capilla, le regaló, por el amor maternal que siempre le tuvo, un pijama de seda, como entrada triunfal en su cama de raso, tal vez por la prisa, el ardor del deseo o la falta de tino, lo cierto es que. con tanta lisura, el resbalar y caer de la cama fue todo seguido.
-Así que, por eso te digo: lo mejor es en cueros y no por lo fino.
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