jueves, 22 de noviembre de 2012

Vestido con plumas ajenas






NOCHEBUENA
Eduardo Galeano

Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua.

En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar. Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba detrás. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedía permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
–Decile a... –susurró el niño–. Decile a alguien, que yo estoy aquí.

1 comentario:

joana dijo...

Que súplica tan humana y tierna en sólo siete palabras... cualquiera agarraría de la mano a ese niño y se lo llevaría pa casa!!!

Linda elección la tuya.