Pequeñas historias de un reino que dicen que existió por estos valles cuando los osos cazaban a los reyes en justa represalia a sus ballestas y que, tras largos y gloriosos años de rencillas cazurras entre hermanos, cuchilladas certeras entre abades y fieros mordiscos silenciosos y canallas se ha ido acurrucando entre aquello que queda de dos rios y donde sueña enfebrecido, todavía, agitando la bandera, algún caudillo.
domingo, 18 de noviembre de 2012
El autor y su obra
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Cuando, al fin, Don Quijote recobró la razón, poco antes de morir, por entretener los días interminables de tedio y convalecencia de su vida hidalga y pueblerina, se dio en escribir "La vida del soldado Cervantes Saavedra", o sea, las andanzas, desvaríos y sueños literarios de un oscuro soldado retirado (y mutilado de campaña) que soñaba con alcanzar la gloria que las armas le negaron escribiendo novelas de caballeros andantes, tiernamente enloquecidos, destinadas, más que nada, a ser leídas en hilorios de cocina en los largos inviernos de estas altas parameras.
Y ya le digo, señora, si no hubiera sido por el hidalgo, poco hubiéramos sabido del soldado literato.
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