jueves, 15 de noviembre de 2012

Vestido con plumas ajenas


EL LOCO
Khalil Gibran


En el jardín de un manicomio, conocí a un joven encantador, de rostro pálido y hermoso, allí internado.

Al sentarme junto a él en el banco, le pregunté:

-¿Por qué estás aquí?

Me miró sorprendido y respondió:

-Es una pregunta inadecuada, sin embargo, te contestaré. Ocurre que mi padre quiso hacer de mí una reproducción de sí mismo, también mi tío. Mi madre deseaba que fuera la imagen de su ilustre padre. Mi hermana mostraba a su esposo -que era navegante- como el modelo perfecto a seguir. Mi hermano insistía en que debía ser como él, un excelente atleta. Y mis profesores, tanto el doctor en filosofía, como el de música y el de lógica, también fueron terminantes y cada uno quiso que fuese el reflejo de ellos mismos. Por eso vine a este lugar. Lo encontré más sano, pues al menos puedo ser yo mismo.

De pronto, se volvió hacia mí y dijo:

-Pero dime, ¿te condujeron a este lugar la razón y el buen consejo?

-No -le respondí-. Soy un visitante.

Entonces él concluyó:

-Ah, tú eres uno de los que viven en el manicomio al otro lado de los muros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A cuantos les pasaban estas proyecciones familiares!En realidad la que tenía que estar ingresada en el manicomio era la familia.Y cuanto mas opulentos,peor.Hace un siglo,la gente rica que tenia algun joven con inclinaciones artísticas o algo por el estilo,lo recluían "en una casa de salud".Y los que gozaban de amplias influencias los enviaban a los manicomios.Una preciosidad el cuento.