sábado, 3 de marzo de 2012

El padre de la patria




Dicen que al generalín que vino cuando entonces desde África a enzarzar aquella guerra cruel entre paisanos, le hirieron en la cosa que tiene que ver con el gozar y se le quedó el instrumento manso como el de un buey recién capado.

Y para evitar la risión de la tropa y oficiales que amagaban cuchufletas al unir aquel andar altivo que, a veces, tenemos los bajitos con la voz atiplada y la sospecha imaginada de un miembro remolón y perezoso en posición de descanso en la bragueta, pidió ser inmortalizado en puro bronce cabalgando un caballo percherón que exhibiese, como al descuido, aquellos atributos y colgajos que echaba más en falta el caballero.

Que así es la vida, compañero, que siempre alardea más aquel a quien más falta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquel paisano, lo tenio todo pequeño excepto la mala leche

Anónimo dijo...

:D

Eso tuvo que ser, Francisco.

Un beso