martes, 11 de octubre de 2011

El Oficio de mirar






"A los ríos pequeños, sin historia
les quiero preguntar.
A los ojos de luz superficiales,
a las manos amigas de estrechar".



Qué poco me dicen, la verdad, las fotos de paisajes de lugares que nunca he recorrido.

Las fotos verdaderas sólo se llenan de vida cuando te abren la puerta secreta del mundo de los sueños.

El oficio de mirar (y el oficio de escribir que, si vas a ver, no es otra cosa que mirar con las entrañas) no es dar testimonio de las cosas, sino dejar constancia de lo que alguien ha vivido en gozosa compañía con los otros, con la tierra, con las cosas.

Y sólo cuando la mirada del fotógrafo y del escritor beben juntos de las luces, los colores, el recuerdo y la nostalgia, el latido y los rincones de su villa natal en el Poniente, “entre el rumor del Burbia y el Valcarce”,  sólo entonces, puede descubrirse en toda su belleza, por ejemplo, “el breve tren irrelevante, pequeño tren, formado como tantos hombres con vocación a la belleza” y cantar su belleza subsidiaria.

La gloria palpitante de lo pequeño, de lo  humilde y silencioso.

Antonio Pereira y Robés, compartiendo aquí la sublime complicidad de la mirada, nos muestran limpiamente el  universo casero y familiar , intimo y suyo (tan suyo, tan nuestro, tan de todos) y nos invitan a recorrerlo mansamente  dejándonos pensar, una vez más, que el milagro no está fuera, que sólo hay milagro en la mirada. 

Francisco Flecha.

1 comentario:

Beatriz Basenji dijo...

El difícil oficio de mirar.Las personas ven,pero no miran.Leen,pero no analizan,no se detienen a desmenuzar los lazos profundos o invisibles de unas palabras en relación con las otras, y por consiguiente, qué o cuáles mundos estan convocando.Todo un arte, el de mirar. Cordiales saludos.