Pequeñas historias de un reino que dicen que existió por estos valles cuando los osos cazaban a los reyes en justa represalia a sus ballestas y que, tras largos y gloriosos años de rencillas cazurras entre hermanos, cuchilladas certeras entre abades y fieros mordiscos silenciosos y canallas se ha ido acurrucando entre aquello que queda de dos rios y donde sueña enfebrecido, todavía, agitando la bandera, algún caudillo.
domingo, 16 de octubre de 2011
Educando a Tarzán (12)
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Versión Narrada
Educando a Tarzán (12)
Versión escrita
Los cambios de estación producían en Tarzán, año tras año, un efecto realmente devastador: al menos, los primeros quince días, iba arrastrando por cada rincón de la selva una feroz melancolía.
Buscando cobijo frente las lluvias tropicales o el calor pegajoso de las horas del bochorno, se explayaba contando, a cualquier bicho que le hiciera compañía, la terrible sensación de soledad que le producía el verse tan distinto y tan poco preparado para la lucha, la caza o las rutinas cotidianas.
Chita presenciaba aquellos desahogos con cierta incomodidad y desaprobación en la mirada y, después, ya solos, en las horas frescas del crepúsculo, amonestaba al pupilo:
-Tarzán, hijo: no cuentes las penas a los amigos. ¡Que los distraiga su puta madre!
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3 comentarios:
cuánta sabiduría se ha ido perdido con la evolución...
Amigo Juan Luis: Sobre esta cuestión de la evolución también tiene ssu opinión Chita (Como se verá en "Educando a Tarzán (16)"
Saludos
joer! me dejas en ascuas!!
falta un mes!!
jeje
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