sábado, 10 de septiembre de 2011

Educando a Tarzán (8)





Chita, orgullosa de su oficio, conservaba las recias maneras, actitudes y creencias de los maestros de otros tiempos y hacía suyos los éxitos y fracasos de "sus chicos", de aquellos con los que se sentía unida por el cordón umbilical de la ardua y gozosa labor de la educación en los valores tradicionales que habían mantenido, durante siglos, unida y en orden a la manada.


Pero, entre todos los alumnos que habían pasado por sus manos, sentía una especial predilección por Tarzán, aquel mono deforme y pelón, torpe e indefenso para sobrevivir en este mundo bravío de la Jungla.


Y le dolía en el alma contemplar como Tarzán, por caer bien a la manada y hacerse el gracioso en los ratos del recíproco espulgado, alardeaba y hacía gala de los propios fracasos y torpezas en las tareas cotidianas.


Cuando le pareció que aquello resultaba ya excesivo, llevó a Tarzán a un lugar algo apartado y, maternal, le advirtió, como dolida:


"Mira, Tarzán, hijo: reconocer en público que eres idiota sólo sirve para que los demás se den cuenta y te traten como tal.
Ya lo sabes".
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2 comentarios:

Beatriz Basenji dijo...

Muy cierto lo que dice Chita. Aún aquellos que obran a la inversa de Tarzán - esos que se hacen el cartel de campeones ellos mismos - no llevan mejor ganancia.
Peor todavía quedan los calladitos.Los que nuncan dicen ni MU.Porque para eso Sócrates decía "Habla para que te conozca".
Cordiales saludos.

Francisco Flecha dijo...

Amiga Beatriz: en algún otro caso debe decir Chita aquello de "es una persona muy inteligente. Lo sé de primera mano. Me lo ha dicho él mismo".
Saludos