Si tu marido se empeña
en disfrazarse (pobrecito)
a la hora de cumplir,
no le quites el capricho
que no hay muchos supermanes
en la oferta de maridos;
pero si va a más la cosa
y le ves enloquecido
trepando por los tejados
(mira bien lo que te digo):
no aproveches la ocasión
de darle un empujoncito.
Después de tener unas fiebres muy altas, mi esposo enloqueció y se creía superhéroe de tira cómica y quería volar para salvar el mundo. Yo, con gran temor de que se terminara matando, le recé a San Pedro Mártir, patrono de los locos, y , gracias a él, mi esposo recuperó la razón y ya no tengo que perseguirlo por las azoteas para impedirle volar, aunque, por las noches, cuando se pone cariñoso, le gusta vestirse aún como superhéroe..
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