domingo, 9 de enero de 2011

Escritor inédito, traducido al estonio

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No podía creerlo. Le parecía casi un sueño. Y lo malo es que, ahora, después de tanto luchar por ello, ahora que lo tenía entre las manos, apenas le había producido ningún placer especial. Es lo que pasa con las cosas que hemos deseado con ahínco: que cuando llegan nos encuentran ya sin fuerzas, como vacíos de deseos.

Pero bueno, al fin lo había conseguido. Allí estaban sus cuentos, editados por una prestigiosa editorial, encuadernados en pasta dura con una sobrecubierta roja cruzada por un milano en pleno vuelo y su nombre en letras de molde: Ernesto Pérez Valladares.

Era aquello el producto de más de treinta años de una escritura lenta y trabajosa. Eran cuentos que había enviado a casi todos los concursos organizados por ayuntamientos, cofradías y sociedades deportivas. Cuentos que había ido leyendo, cuando tenía ocasión, en calechos y filandones.

Vino después el afán de publicarlos. Cosa que, en principio, jamás había pensado, porque lo que le gustaba era contarlos y ver la cara que ponían los oyentes. Pero Don Mauro Cospedal, maestro consumado en el género y por el que sentía una sincera y rendida admiración, le dijo un día (no sé si de corazón o por pura condescendencia) que era una pena que todo aquello estuviese desaprovechado sin salir a la luz pública.

Mandó ejemplares en cuadernos de espiral por lo menos a doce editoriales. Todavía está esperando que alguna le conteste.

Hasta que, ya ves tú, por alguna de estas cosas raras del destino, como resultado de una clases de Español para Extranjeros que dio este verano a un grupo de profesores que venían desde Estonia, el coordinador del curso le pidió autorización para traducirlos al estonio y que así pudieran ser utilizados allí como material didáctico.

Le acaban de llegar, recién salidos de la imprenta, doce ejemplares de su obra. Pero le produce un notable desconcierto el hecho de que ahora que, por fin, los tiene entre las manos, lo único que encuentra inteligible es su propio nombre escrito allí con letras de molde.


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3 comentarios:

alma dijo...

:) Más vale estonia que nunca...
Un abrazo, Francisco

Beatriz Basenji dijo...

La Vida nos tiene estas sorpresas.Le envío mis felicitaciones al autor de los cuentos traducidos al estonio.Algo similar me sucedió hace años,con un breve poemario,que fué editado en Checoeslovaquia! Cordiales saludos.Beatriz Basenji.

Francisco Flecha dijo...

Amigas Alma y Beatriz: la literatura siempre ennoblece los recuerdos. Pensaba deciros en este comentario la verdad que hay detrás de todo ello, pero he pensado que, a lo mejor, se trata de otro cuento distinto que escribiré a continuación. Lo prometo.

Saludos