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Desde hacía unos días se notaba un extraño entusiasmo en "Villa Hierro", que es el nombre que le dan a la nueva prisión (digamos "Centro Penitenciario" o cualquiera de esos nombres dulcificados con los que se nombran las cosas penosas, hoy en día) de Mansilla de las Mulas. El rumor parece que surgió en el Módulo 1. De allí, pasó al módulo escolar; de allí, a la Enfermería y después a los talleres de talla y de cerámica y se hizo un clamor en el Gimnasio, donde cinco rumanos, grandes como armarios, levantaban unas pesas más grandes que un arado.
El entusiasmo se notaba en pequeños gestos apenas perceptibles: la gente estaba más dispuesta a la conversación entre reclusos, una actitud más dispuesta y educada (sin caer, eso sí, en mariconadas), mayor limpieza en el módulo y las celdas y algunas risas que rompían ese silencio sobrecogedor que se mastica, de ordinario, en estos recintos carcelarios.
Según el rumor, se sabía, de buena tinta, que estaban al caer unas nuevas medidas de mayor libertad y de mejoras (tal vez, reducción de las penas). A alguno le dio por hablar de una especie de amnistía (es lo que pasa cuando a un rumor se le deja rodar) con motivo de la boda del Príncipe de Asturias.
Como todos los rumores, tenía sólo una parte de verdad: los funcionarios, a partir del 1 de Mayo, por razón de un nuevo convenio colectivo, tendrían una jornada de cinco horas, cuatro días a la semana, una semana más de vacaciones por cada cinco años de servicio y el paso a otros servicios más tranquilos después de quince años de servicios carcelarios.
Cuando esto se supo, volvieron los días del silencio sepulcral a Villa Hierro.
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