domingo, 29 de marzo de 2009

Buenas costumbres

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Estaba orgulloso de su educación cosmopolita y refinada, recibida en los tiempos de su infancia en aquel internado de Chamartín de la Rosa, poblado a las afueras de Madrid, un poco más allá de las casas aisladas y las campas de Tetuán de las Victorias, saliendo por Cuatro Caminos y Bravo Murillo hasta aquellas explanadas en las que, al parecer, querían construir una estación para los trenes del Norte.

Allí, en las campas despobladas (que seguramente habían sido eras en un pasado cercano) recibió las primeras lecciones de buena crianza de la mano de feriantes que instalaban caballitos y pulperías en barracas con letreros con letra temblorosa y clara intención educativa:

"Por higiene y por moral, pagar al ser servidos y no orinar detrás de la barraca".


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7 comentarios:

♥♥♥♥♥ Jennifer™® ♥♥♥♥♥ dijo...

your blog is very nice......

Anónimo dijo...

¿Y dónde orino por higiene y por moral? ¿Adelante de la barraca?

Saludos argentinos desde Granada.

Francisco Flecha dijo...

Amigo anónimo argentino y granadino, o sea, amigo Martín Favelis, ha pasado ya demasiado tiempo y no sé si seguirán por Tetuán los ferientaes de entonces, pero algo me dice que la moral recomienda "venir ya orinados de casa"
Saludos

English Little Pills dijo...

Está bien avisar lo que se debe hacer por higiene y por moral, porque hay unos cuantos a los que ls falta lo primero, otros muchos que no tienen ni idea de lo que es lo segundo y, gracias a Dios, sólo unos pocos que no conozcan ni lo uno ni lo otro.

Francisco Flecha dijo...

Es cierto, Suel, que somos muy pocos los que no tenemos ni higiene ni moral, pero ¡Resistiremos!
Un abrazo

Cecilia de la Vega dijo...

Los carteles me resultan fascinantes. Con tan poco, dicen tanto de tantas cosas... Cuanto más nos alejamos de las grandes ciudades, más curiosos se vuelven. Provengo de la patagonia. Puedo decir que allá ha visto los carteles más insólitos y a la vez los más reveladores. Todo un tema...

Cariños!

Francisco Flecha dijo...

Amiga Quillén. En vuestro (y nuestro) Buenos Aires vi algunos espléndidos. Lástima que ya no los recuerdo bien. Algunos eran contra el gobierno (se lo tendrían merecido, seguramente) y otro, clavado en un árbol a la puerta de un taller venía a decir "Nada molesta más a los que trabajamos que los ociosos se queden mirando".

Me hizo acelerar el paso y no me etreví a mirar para atrás.
Un saludo