domingo, 26 de octubre de 2008

La Duquesa

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En el lejano país de los cuentos de princesas, de hadas y de brujas se enamoró la Duquesa.

Se enamoró fieramente. Con el amor sobresaltado y bullicioso con que emprenden la tarea las muchachas florecidas que estrenan primaveras.

Pero no de un bailarín ni de un torero, de un gitano, de un noble o un pensador endomingado. Que de todos ellos ya tenía adornada su panoplia.

Que esta vez se trata, ya ve usted, Don Julián, de un funcionario alto, delgado y cariñoso que manifiesta su devoción enomorada diciendo de ella, con orgullo, que "es la hostia".

Y que no fue (ni siquiera sé si la cosa tanto importa) que pasaran la noche juntos en la Casa de las Cañas.

Tal vez sea que la Duquesa quiere sentir, una vez más, que no es tan vieja, que no está sola y que está viva.

Reconforta saber, después de todo que a alguien, todavía le gustan los finales con boda y cena de perdides.

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6 comentarios:

English Little Pills dijo...

Pues oye, si lo que quiere es sentirse viva, acompañada y feliz y todo eso se lo da una boda de postin con un funcionario, pues adelante.
Que se ponga el mundo por montera ella que puede mientras los demás ciudadanos de a pie seguimos con nuestras vidas bien lejos de ese mundo de hadas y princesas en el que ella vive.

Francisco Flecha dijo...

Y que coman perdices, ¿no es cierto, Suel?
Saludos

themackintoshman dijo...

No sabía yo, D.Francisco, que le gustara la crónica rosa y cardiaca, de todos modos, con su pluma, hasta esos asuntos ,tan propios del "panem et circensis" son más entretenidos de leer.

Francisco Flecha dijo...

No, Macki, no me gusta la crónica rosa, me gustan las duquesas, directamente. No hay nada mejor que un republicano de la corte.
Además este es un cuento de una duquesa, de cualquier duquesa.
Saludos

Marcela dijo...

¿A qué mujer no le gusta que digan de ella que "es la hostia"? La duquesa no pudo resistirse.
El amor siempre es bienvenido. Hermoso.
Saludos.

Anónimo dijo...

Es que cuando un funcionario se pone a definir a la mujer amada atina de verdad
Saludos, Mar