miércoles, 9 de julio de 2008

Hombre mínimo

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Los años, tal vez, y algo de experiencia en el oficio, me han llevado al convencimiento de que no se consigue un buen relato narrando detalladamente las sucesivas e interminables desgracias del protagonista, que va languideciendo lentamente a lo largo de la historia. Y si, además, soporta las desgracias con una sonrisa bobalicona, peor aún.

Que yo sepa, eso sólo ha funcionado cuando Voltaire escribió "Cándido". Pero Voltaire era Voltaire y, además, la cosa tenía, al parecer, segundas intenciones.

Por eso sólo diré que Afrodisio Buenaventura (que, mira tú, que también acertaron con el nombre) fue, desde el mismo instante en que fue arrojado prematuramente en este mundo, un auténtico desgraciado. Sin paliativos. Fue caminando de desgracia en desgracia, de desdicha en desdicha, de fracaso en fracaso.

Más que crecer, como el resto de la gente, parecía ir consumiéndose por dentro, mermando y encogiendo. Quedándose en nada. Ni siquiera en la apariencia.

Y esto explica ( o me parece) que, cuando, por poner fin a todo aquello, en el único acto voluntaria y libremente decidido, se arrojó al vacío desde el alto viaducto, carente como estaba de peso y envergadura, se desvaneció, como pompa de jabón, en el aire pesado y bochornoso de Madrid.

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16 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que el muchacho tuvo la suerte en contra, su apellido no fue siquiera un buen augurio.
Pero en medio de tanto malo, tuvo un final apoteósico...durante unos segundos conoció la felicidad, saberse pompa de jabón -siempre de una belleza exquisita- fue su gran triunfo.

Una historia realmente curiosa.

Anónimo dijo...

Amigo Paco, yo me siento igual en estos calores de Valencia.
¡Quién mandaría a un Berciano hasta los huesos, a un lugar tan asfixiante !.
¡Aquí no hay sombras!y creo que esto ya lo conoce, y me siento a veces tan mínimo como el protagonista.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Bueno, tienes buena parte de razón en lo que dices. Además, se trata de un recurso muy manido.

Que este personaje nos espere muchos años, allá donde haya ido.

Daemonicus Imprimatur.

Anónimo dijo...

Amiga joana: Es así, cuando las cosas se tuercen sólo queda una salida gloriosa. Afrodisio la encontró.
Saludos

Anónimo dijo...

Amigo Jorge: También lo pienso yo: Un berciano nunca debería ir más allá de Valencia (de Don Juan, por supuesto).
Saludos

Anónimo dijo...

Amigo Psicode: Yo, desde luego no tengo ninguna prisa de ir " la la casa del Padre", porque, como decía aquel cura "como en la casa de uno no se está en ninguna parte".
Saludos

Ana dijo...

Es preciosa la metáfora de la pompa de jabón. Cuantas veces no habré soñado con flotar en el aire...

La historia de alguien valiente me parece a mí.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Pues si, Aina: un final grandioso para un hombre pequeño.
Saludos

Carlos Caillaux dijo...

Afrodisio, mínúsculo individuo, personaje tan ligero como pompa de jabón, tan triste que ni pudo cumplir su última voluntad.
Relato sabroso y delicado.
Saludos Francisco.

Anónimo dijo...

Amigo Carlos: resulta mejor expresado el resumen que has hecho que el relato completo.
Gracias por la visita.
Saludos

English Little Pills dijo...

Me ha encantado. Relato breve y redondo como una pompa de jabón. No hay más que decir.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Gracias, Suel, por la visita y el comentario.
Saludos

Amig@mi@ dijo...

Genial relato con su correspondiente genial final...
Aquí una vez más toma forma la máxima "lo bueno si breve..."
saludos

Anónimo dijo...

Gracias, amiga mía: Ya sabes que los relatos los hacen a medias el que los escribe y el que los lee.
Saludos

Cecilia de la Vega dijo...

Excelente relato!!!
Muy posmoderno también esto de escribir sobre la escritura... Me encantó. Cuánto talento!
Saludos.

Francisco Flecha dijo...

Amiga Quillén: los sorprendente es escribir "posmoderno" y ser más viejo que el catarro.
Saludos