miércoles, 9 de abril de 2008

El pescador de sirenas

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boomp3.com


Lourenzo Oliveira, natural de La Puebla del Caramiñal y residente en la villa, de oficio pescador, soltero y sin compromiso, con domicilio en la Ruela do Porto, número 24, donde vivía en estricta soledad desde que falleció su madre con los fríos de febrero del año 74, sintió que su vida había cambiado de forma radical y para siempre el día en que subió a la barca,aunque parezca difícil creerlo, enredada entre las redes y casi escondida entre las xovas, una sirena.

Así como suena: una sirena.

Y cambió, como digo, su vida, de forma radical y para siempre. Mucho más de lo que jamás hubiera imaginado.

Escondió como pudo la pesca, que la gente es mala y envidiosa y, más que nada, por no dar explicaciones (que no era amigo de andar hablando a lo bobo con vecinos) alojó como pudo a la sirena en el pilón que tenía en el patio para lavar las almejas, el berberecho y las navajas.

Fueron días de vino, de besos y de risas. Le volvió la alegría y se hicieron más dulces y más cortas las noches del invierno.

Pero el tiempo y la rutina le hicieron poco a poco consciente de que los placeres primeros llevan siempre consigo, también, inconvenientes.

Fue primero la molestia cotidiana de dormir en el pilón, con el agua enfriándole los lomos y aquella humedad criminal para el reuma. Después, los caprichos de la bella, insoportables para un hombre de costumbres recias y ajeno a los caprichos: que si no le gustaba el pote, que hay que ver, que no me quieres, que por qué no me compras frutas de esas tropicales como aquellas de las islas desiertas del Caribe, que si esto y que lo otro.

Y así, día tras día.

Pero, incluso, a esto fue heroicamente acostumbrándose. Luego comenzaron en ambos, con los primeros días del verano, los cambios paulatinos: se le fue cubriendo a él el cuerpo con escamas, mientras ella cada día estaba mas suelta, más lozana. Se desprendió un día de la cola y resultó una moza guapetona, hecha y derecha, como Dios manda.

Pasados los calores del verano, con los días lluviosos del otoño, ella anda todo el día enredada por la calle, de charla con amigas por la Puebla, de cafés con bollería en la terraza de "Las Brisas".

Y él siente que el pilón empieza a quedarle un poco estrecho, ahora que se ha visto totalmente convertido en un atún de tres arrobas.

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18 comentarios:

Jorge Glez. dijo...

Muy bueno Francisco, jeje. Así que se convirtió en un atún de 3 arrobas. ¡Como más de uno!
Un saludo.

Nadies dijo...

Jajaja, pues me gustó muchísimo el hecho de que se transformara y es una forma amena de ver lo que pasa en la realidad, casi día a día.

¡Saludos!

Anónimo dijo...

Se transformaron los dos, Epidemor. Quizás la sirena tuvo más suerte. En estas refriegas entre sexos es lo que suele pasar, aunque el que se convierte en atún (él o ella) pueda variar.
Saludos

Anónimo dijo...

Pues si, Jorge, si. Como lo oyes: Un hermoso atún aunque un poco taciturno, tal vez por la cosa del pilón.
Saludos

Tejedor dijo...

Bonito relato, por lo surrealista del argumento y a la vez la naturalidad de la descripción de la rutina cotidiana del ciudadano Lourenzo Oliveira, quebrada por tan sugerente 'pesca' trabada en el 'enmalle'.
Al final, la trasmutación de los personajes no deshace el surrealismo del cuento, aunque le hubiera añadido una pizca de ironía si Lourenzo se hubiera convertido en un 'besugo' con ojos saltones, de las mismas 4 arrobas, y doblado por 'la reuma'. ¿No crees?. Es broma.

¡Enhorabuena por el cuento!

Sigue con salud, Paco.

Marcela dijo...

¡Pobre Lourenzo! ¿No se enteró de lo peligrosas que son las sirenas? ¡Eso le pasa por no haber leído la Odisea, y las astucias de Ulises para oír el canto de las sirenas y no tener que acompañarlas a hacer las compras y críar los niños! Excelente, amigo Pancho. Saludos.

Anónimo dijo...

Gracias, Mar. Lourenzo sabía lo peligrosas que son las sirenas, pero la soledad es muy mala compañía, porque, después de todo, Ulises CREIA que, en Itaca, Penélope le esperaba. Cosa que no era cierta (como ya deje dicho en un cuento anterior en este blog).
Saludos

Anónimo dijo...

Amigo Tejedor: a veces podría dar la impresión de que uno se inventa los personajes y puede decidir si son atunes o besugos. No es así. Los personajes se imponen al que escribe, se rebelan, toman sus decisiones y si quieren ser atunes, son atunes. Ciertamente, en algún momento pensé torcer la historia real y convertirle -como dices- en besugo, pero Lourenzo se resistió diciendo que se le podían haber torcido un poco las cosas, pero que eso no me autorizada a presentarlo como un idiota. Me amenazo. " Si dices eso de mí, yo escribiré tu historia y diré que eres una asquerosa babosa". Y me convenció.
Saludos

jeiolasev dijo...

Algunos también se convierten en merluzos incluso sin llegar a juntarse con sirena alguna. Muy bueno.

Anónimo dijo...

Jesús, ante tu observación Lourenzo (o tal vez debería decir el atún de tres arrobas) ha contestado, impasible: "Efectivamente y, sin embargo, a mí que me quiten lo bailado.
Saludos

Marcela dijo...

Pancho, de vuelta yo. Te cuento que después de leer tu respuesta a mi comentario, me dediqué a leer tus cuentos anteriores, (algo que había hecho parcialmente) hasta que encontré el de Ulises. Solo puedo decir, gracias por tus cuentos. Saludos.

Fernando García-Lima dijo...

Muy divertido, Francisco. No sabía que entre los peligros que tiene el amor, existiera el de convertirse en pez. Uno más que me apunto.

Un abrazo

P.S. Muy interesante la comunidad de cuentistas y cuenteros que has creado. Me apunto con su permiso.

Anónimo dijo...

Amigo Fer: Incluso sin amor corre uno el peligro de convertirse en pescado.
Me alegro de que te unas a la red de amigos "Sólo cuentos" y, de paso, animo a todos los amantes de los cuentos a hacer lo mismo
Saludos

Anónimo dijo...

Amiga Mar: gracias a tí por leerlos. Si nadie leyera lo que escribimos, si nadie escucara lo que decimos, si nadie nos mirara, como si fueramos invisibles, nos volveríamos locos, de inmediato
Saludos

Huber Gonzalo Cieza Bazán dijo...

Me gustó, la vida mecanizada te transforma en lo que no debes ser, la rutina, etc. Saludos, pasaré más seguido...

Anónimo dijo...

Amigo Huber, pasa cuando quieras. E·sta es tu casa.
Saludos

Manuela Fernández dijo...

Un relato el tuyo basado en una contundente realidad: el entorno, las compañías, nos va cambiando poco a poco, sin darnos cuenta.

Anónimo dijo...

Amiga Manly: Seguramente es verdad también que nosotros cambiamos a los amigos y el entorno, pero nos cuesta trabajo reconocerlo y siempre nos parece que se resisten demasiado a nuestra influencia.
Saludos