lunes, 29 de octubre de 2007

Involución


Siempre me ha gustado escribir a mano el primer borrador de mis relatos. Si no escribo a mano es que ni me salen las ideas. Pero, de un tiempo a esta parte, venía notando cada día una mayor dificultad para coger el lapicero, pues me resultaba difícil y doloroso enfrentar el pulgar al resto de los dedos.
-"No será nada. Tal vez, algo de reuma o cosa de la edad y la humedad del invierno".

Después fue aquello de írseme cubriendo de pelo las espaldas, alargando los brazos, encogiendo levemente las piernas y creciendo desmesuradamente los dedos de los pies.

El mes pasado fui a consultar con un doctor de la Mutua en la que estoy asegurado. Me extrañó ya, desde la entrada, el aspecto simiesco (simulando ser gracioso) que tenían las enfermeras, pero lo que resultaba inquietante (y un poco repugnante) era el aspecto del médico: parecía talmente un orangután con bata blanca.

Me auscultó, me tomó la tensión, me hizo una placas y quiso serenarme diciendo que no veía nada extraordinario: era una simple cuestión de crecimiento. En unos meses, posiblemente antes del año, me vería convertido en un mono hecho y derecho.

Y aquí me veis hoy, haciendo equilibrios en la cuerda, disfrazado de payaso, en la troupe de este Circo Americano, como un mono perfectamente amaestrado.