Martín Favelis
Después resultó que a Cristina le gustaba mucho más Miguel, el mancebo de farmacia.
Después de unos meses lamiendo sus heridas como un tigre, por salvar a los obreros, se apuntó a algo de Jóvenes Obreros, que era cosa de reunirse los jueves en los salones de la iglesia y tomar unos vinos en pandilla a la salida.
Lo dejó el día que Mercedes, que tenía aquellos ojos y otras cosas, le dijo, después de algunos escarceos, que sólo le quería como amigo.
En pleno desengaño, por salvar a las ballenas, se apuntó a una ONG que recaudaba fondos vendiendo chapas y folletos los domingos en el rastro.
Hasta que descubrió que las ballenas no daban acuse de recibo de los fondos recaudados los domingos.
Hoy le he vuelto a ver. Después de tanto tiempo. Le he encontrado mayor. Como él a mí, seguramente. Me dijo, sin tristeza ni entusiasmo, que ahora, acostumbrado ya a la desventura, se ha apuntado a la legión dispersa y sin bandera del "sálvese quien pueda".
2 comentarios:
Akabo de descubrirte y me ha gustado lo q he leido asiq creo q seguiré descubriéndote pq te he agregad a mi lista de favoritos
rakel
http://vivoenbajito.blogspot.com/
¡Qué remedio!, debió aprender a salvarse él primero
Saludos
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