viernes, 14 de septiembre de 2007

El viejo coche

Cuando padre murió, algunas cosas en casa cambiaron de golpe y para siempre. Las chicas apenas notaron diferencia, abocadas como estaban desde niñas a ese estado indeciso del servicio y de la espera. Pero los chicos nos hicimos hombres de repente. A mí me mandaron a Saldaña con los frailes. Y él se tuvo que hacer cargo de aquello que, pomposamente, podríamos llamar la hacienda familiar.

Fueron, para él, años de trabajo y estrecheces. De silencio y frío, los míos. Quizás por todo ello, cuando de hombre tuvo un hijo, se juró a sí mismo, que aún a costa de su vida, le daría una carrera y un futuro.

Con tal propósito lo mandó a Madrid a hacerse médico, que es una cosa con futuro y señorío. Allí el chico estudió para ir tirando, conoció los mejores mesones de la villa y trabó amistad con el rico heredero de un cortijo de Jerez al que, en un verano, le apeteció conocer los pueblos de montaña de este reino agreste y montaraz. Como quien emprende una aventura en los confines. Y quiso ver, con mi hermano, las posesiones familiares:

-¿Sólo tienen dos vacas? Tenemos nosotros en la finca 300 cabezas de ganado y eso porque cedimos otras 200 a mi hermano para encastar su propia ganadería.

- ¿Sólo tienen tres ovejas? Tenemos nosotros 3500 pastando por las dehesas.

-¿Toda la tierra que tienen está en esta parcela?. Tardamos nosotros casi tres días enteros en recorrer en coche las fincas del cortijo.

Aquello colmó el vaso del aguante. Mi hermano, mientras quitaba las hierbas con la azada, sin levantar la cabeza, le espetó, contundente, al señorito:

-Nosotros también tuvimos un coche como ese y tuvimos que mandarlo a la chatarra.

4 comentarios:

Chiti dijo...

Pero que bien escribes, PanchoLucho. De veras, me gustan mucho tus relatos.

Francisco Flecha dijo...

Gracias Chiti: No es que escriba bien, sinop que, al escribir para los amigos, es más fácil recibir alabanzas.
Gracias y saludos

Anónimo dijo...

Muy bueno. El final es para enmarcarlo. Buen día.

Francisco Flecha dijo...

Gracias, Claro, por la visita y el comentario