El caso es que todos los años me sorprenden las tormentas de San Juan.
Hasta que recuerdo las enseñanzas de la tía Marta que, sabiamente, defendía que se debían a que el pelo de las fieras del Gran Circo Americano que venía por las fiestas atraía los rayos y los truenos.
Y todos los años, cuando puntualmente empieza la tormente, me averguenza haber olvidado tan sabias enseñanzas.
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