sábado, 10 de diciembre de 2016

Hortus Sanitatis



PRODIGIOSAS VIRTUDES DEL UNTO DE LOS ASNOS.

Efrén González, mancebo de botica, llegó a la vejez sin haber catado los placeres de la carne, más célibe que el santo abad de los Paules.

Mas no por vocación o por cosa de distinta orientación de la apetencia.  Que frotaba cada día su cuerpo por entero con el unto de una burra zamorana, fiado de las sabias enseñanzas de Esculapio, que asegura que "la grasa de los asnos provoca el deseo del coito en quien la huele".

Pero o las mujeres de la villa eran insensibles a tales artimañas o eso explicaba que todos los días le siguiesen los perros, babeando y sin descanso, por todas las calles y las plazas.




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