jueves, 19 de febrero de 2015

Cuando a Utopía se iba en Dos Caballos

 Para Herminio Villa,
 que se ha ido


Llegó un día cualquiera, de mañana, en tiempos de promesas y utopías, cuando en los campos empezaba a brotar, tímidamente, la cosecha, cuando creíamos que estaba por venir (y era inminente) aquel mundo que exigían la poesía y las canciones que cantábamos con rabia, cmo invocando un poderoso sortilegio.

Traía con él todo aquello que era urgente y necesario: el niño que había ido creciendo en su cuerpo de hombre ya maduro, la guitarra y, por si fuera poco, un Dos Caballos.

Como podréis comprender, aquello era mucho más de lo que jamás habíamos soñado.  Éramos cinco, y el mundo, un conjunto de pueblos y caminos.  El Páramo, mucho más que un territorio.

Y soñamos.  Y vivimos.  Y cuando la vida y los sueños nos rompieron,  el Dos Caballos nos llevó por otros derroteros.

Un día, por entonces, el Dos Caballos dijo aquello de "no puedo más y aquí me quedo".   Herminio siguió persiguiendo otros sueños, alimentando la ilusión del niño que le ha acompañado hasta el último momento.

Me han dicho (y yo lo creo) que el Dos Caballos, engalanado, como hace la gente con los carros en el pueblo, le estaba esperando para llevarle a ese claro territorio que se ha ido poblando con la gente que habita mis recuerdos.


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3 comentarios:

Beatriz Basenji dijo...

Antes de haber leído la Utopía de Dos Caballos, ya me quedé con el corazón en un puño y las lágrimas cayendo. Esa foto me hizo recordar las viseras al crochet que mi Mamá le tejía a cada nuevo auto que mi padre compraba. Cuánto Amor tuvo en su vida el dueño del Dos Caballos, para esa obra inolvidable conque le revistió. Otro post magistral !

Nina Infante Castrillo dijo...

Muchas gracias Paco, sensible, amigo, poeta.
En unas pocas palabras relatando un intenso periodo, lleno de sueños, ilusiones, emociones, utopías y recuerdos compartidos.
Comparto con afecto y hondo sentimiento la despedida de nuestro amigo, Herminio, compañero.
Nina Infante

Francisco Flecha dijo...

Fueron buenos tiempos. Algo bueno tuvieron que tener para que, después de 40 años, sigan pareciendo tan vivos y presentes. Un abrazo