lunes, 13 de octubre de 2014

Cada ciudadano, un voto y cada milagro, un exvoto



¡Ay, señora Carolina,
digo yo (y digo sin miedo)
que si fueras tan devota
del marido y compañero
como dices que lo eres 
de san Juditas Tadeo
no te habrías beneficiado
al hijo de carnicero!

Pero no sabía yo
que, tirando de dinero,
los pecados de la carne
y la cosa de los cuernos
pagando cuatro reales
los arregla el retablero.


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