Pequeñas historias de un reino que dicen que existió por estos valles cuando los osos cazaban a los reyes en justa represalia a sus ballestas y que, tras largos y gloriosos años de rencillas cazurras entre hermanos, cuchilladas certeras entre abades y fieros mordiscos silenciosos y canallas se ha ido acurrucando entre aquello que queda de dos rios y donde sueña enfebrecido, todavía, agitando la bandera, algún caudillo.
domingo, 13 de julio de 2014
El abogado Belmonte
Don Nicolás Belmonte y Carbajal, del conocido bufete "Ramirez y Belmonte Asociados", era un abogado de muchas campanillas, famoso por sus alegatos remilgados, floridos y grandilocuentes como sermón de dominico en la fiesta de la Encina. Como si con aquella ampulosidad quisiera justificar lo abultado también de sus minutas.
Al juez Quirós, babiano de una pieza, hombre legal donde los haya le gustaba hablar claro, alto y por derecho.
Bueno, a decir verdad, le gustaban estas cosas y el whisky y el lechazo y las juergas nocturnas con amigos hasta el alba.
Tal vez por todo ello le estomagaba especialmente toda aquella jerigonza. De modo que, cuando ya no podía soportarlo, apremiaba al orador con contundencia:
-Abrevie, señor abogado,por favor y procure ser escueto, que para decir "berza" no es necesario que nos are todo el huerto.
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2 comentarios:
Bien por el señor juez.
Claro y conciso el Juez, como debe ser!A propósito,esto del Abogado Belmonte me ha hecho recordar un episodio que dicen contaba mi suegro y que os dedicaré en mi próximo post. Cordiales saludos.
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