Literatura y sexo
Llovía.
Llovía sin piedad sobre la jungla. Era una lluvia tenaz y
primitiva, como aquella que dicen de Macondo. Cesaban de repente los
cientos de sonidos cotidianos, los aullidos de los monos, el grito
destemplado de la arara escandalosa y todo lo llenaba el furioso
martilleo del agua en las hojas enormes del cambur.
Los
bichos y los monos se refugiaban cautelosos al cobijo de las rocas y
en aquella penumbra intemporal la tarde se hacía eterna y todo
parecía invitar a un dulce sopor o a una feroz melancolía.
Tal
vez fueran estas cosas, o la obligada inactividad en el refugio, o el
olor de la tierra mojada que parecía proceder de un mundo a punto de
estrenar, o la cosa de la febril adolescencia en la que Tarzán había
entrado hacía poco, sin remedio y sin saberlo, lo cierto es que el
muchacho, que acababa de descubrir el placer de la escritura y aquel
pozo interior de los deseos, se pasaba las horas muertas escribiendo
larguísimos y lánguidos poemas de penas y de ausencias, de amores
imposibles, de heroicas batallas de muchachos indefensos contra
ejércitos enteros de animales gigantescos y furiosos.
Y,
después de cada uno, esperaba, nervioso y anhelante, la opinión
autorizada de Chita, la maestra.
Chita
leía, indulgente, los poemas del pupilo y, escogiendo con cuidado
las palabras para no herir sus sentimientos (que son edades muy malas
y el mundo se les derrumba, a la menor, con un soplido), aunque sin
renunciar, al mismo tiempo a la tarea educativa que se había
impuesto y que consistía, en su opinión, en hablar claro, sin
tapujo o fingimiento (sin hacer daño, pero clarito, al fin y al
cabo), le advertía, doctrinal y cariñosa, usando aquello que, por
lo visto acostumbraba a decir aquel profesor de la aldea de los
hombres y que recordaba, con frecuencia, aquel otro amigo y compañero
que tanto sabe de las cornadas de los lobos:
-
Convéncete, Tarzán, hijo: en la literatura, como en el sexo, la
exageración, el exceso y el tamaño no mejoran, necesariamente, el
resultado.
No
llegó a saberse, la verdad, si Tarzán llegó a entender el sentido
exacto de tal doctrina sexual o literaria. Que es lo que pasa
cuando, en ambas cosas, resulta que uno es autodidacta.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario