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La vida, ya se sabe, es un tránsito y cuando uno cree haber alcanzado la plenitud, solo le queda prepararse a morir, como corresponde.
Monseñor, cuando concluyeron las obras de su mausoleo en el claustro de la vieja catedral, preparó, como pudo, su cuerpo y su espíritu y así, bien limpito, se ofreció al más allá dejando escrita una nota para deudos y amigos:
"Limpio de polvo y paja, sabed, hijos míos, que abandono este mundo y me muero como un santo"
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2 comentarios:
Genial y ocurrente.
Genial es Botero. Lo mio solo ha sido aprovechar la ocasión. Gracias
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