Imagen: Alejandro Conde
Pero todo esto era el pasado, una pesadilla que el tiempo haría olvidar, seguramente.
Ahora, con ella, todo podía comenzar a ser distinto. Almas gemelas, lo que se dice almas gemelas. Los mismos gustos, los mismos sentimientos, sueños y deseos. Noches enteras de confidencias y secretos en el chat.
Por eso, cuando la vio aparecer con aquel sombrero que él mismo le trajo de París y que se negó a estrenar porque, según dijo, le hacía parecer una fulana, disimuló como pudo y se perdió, resoplando, entre la gente que cruzaba con prisa el paso de cebra de Piazza Bologna.
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1 comentario:
Sospecho que a mas de uno le ha sucedido lo que al protagonista del cuento.Cordiales saludos.
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