martes, 25 de diciembre de 2012

24 de diciembre, por la noche






En el Hogar del Transeunte ha terminado la cena que los alojados han consumido en silencio, como siempre.

Hoy tenía pretensiones de gran lujo: Consomé al Jerez, langostinos con salsa mayonesa, muslo de pollo con patatas, melocotón en almibar, polvorones y sidra achampanada.

Es Nochebuena también en esta casa. Se han apagado las luces a las once. Media hora más tarde que los días de diario.

A la doce, María la portuguesa, de origen caboverdiano, se ha puesto de parto y, en veinte minutos, acurrucada y sin ayuda, como las viejas hembras de esta raza milenaria, ha echado al mundo una niña morena y pequeñita que nace ya con el destino prefijado de ir de aquí para allá dando tumbos como han hecho, antes que ella, su madre, su abuela, la abuela de su madre y la abuela de su abuela.

Qué se le va a hacer, no a todos los que nacen en Nochebuena les vienen a adorar Reyes Magos, obispos y pastores.

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