jueves, 3 de mayo de 2012

Vestido con plumas ajenas





La fe y las montañas 
Augusto Monterroso


Al principio la Fe movía las montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios.


Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior;  cosa que por supuesto creaba más dificultades de las que resolvía.


La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio.


Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien nuy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de Fe.


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