sábado, 24 de marzo de 2012

El fraile de la cuaresma

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Venía a Pobladura, por Cuaresma, el capuchino Padre Herminio de la Nava, un fraile de campanillas y de mucho ringurrango, que raro es que se aviniera a predicar en este pueblo tan pequeño sino era por el lujoso hospedaje y la compaña que le ofrecía, cada año, Don Julián, el señorito.


Tenía el señorito casa grande y blasonada y una esposa melindrosa, de casa grande también, en Santillana.


Los días de las misiones recalaban en la casa las primas de Lorenzana (devotas como ellas solas, solteras de nacimiento, sin pecados y sin ganas).


Eran días de cenas abundantes y animadas, con la vajilla de las fiestas, consomé, besugo al horno, gollerías y su copita de Anís de la Asturiana.


Tenía la señora dispuesto a las criadas que prepararan las camas y las fueran calentando con el fraile (artilugio antiguo y noble que contenía algunas brazas y que ayudaba a quitar el relente de las sábanas).


Pero este año, la criada era nueva, una moza de Armellada.


Se retiró a descansar, el primero, el Padre Herminio, alegando aquello de


“Ni Sol madrugador
Ni fraile dicharachero,
Que ninguno será bueno”.


Después, poco a poco, fueron desfilando, una a una, las primas de Lorenzana.


Y después de un ratito en que la última prima había sido acomodada, se presentó en el salón la mocina de Armellada:


-Señora, que hice lo que dispuso. He calentado las camas. Pero que sepa usted, señora, que el fraile ya refunfuña.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

No se que tal les va a parecer esto a los de Armellada, mañana mismo se lo paso a un compañero natural de ese pueblo.

Francisco Flecha dijo...

puedes decirle, incluso, que el cuento lo escribió uno de Palazuelo

Anónimo dijo...

Se ha reido, dice si lo ha escrito alguien de Palazuelo, no se puede enfadar, ya que es el pueblo de su padre

Anónimo dijo...

Me ha hecho atragantar de la risa ! Quien pudiera saber la causa del refunfuño...