sábado, 18 de junio de 2011

El largo viaje de la siesta

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Versión narrada
El largo viaje de la siesta


Versión escrita
Siempre tuvo la confusa sensación de que los libros eran esa puerta mágica por la que entramos voluntariamente en los mundos que queremos y soñamos, pero también es verdad que, a pesar de su fama de fabulador empedernido, en el fondo de sí mismo, sabía, como todos, que aquello era sólo una forma de hablar, una especie de metáfora.


Por eso, ahora mismo, no sabe cómo interpretar lo sucedido.


Se quedó dormido con el libro abierto sobre el pecho y a la sombra de la higuera en el corral y recorrió los paisajes lejanos de los cuentos: voló a Nunca Jamás con Peter Pan, recorrió las calles tortuosas de Bagdag, bajó por oscuros pasadizos hasta el lago luminoso en el centro de la Tierra y volvió, de nuevo, al territorio casero y familiar, después de todo aquello, como quien despierta de una siesta placentera.


Sólo que, al meter la mano en el bolsillo y encontrarlo repleto de migas de pan, supo que, gracias a aquel viejo recurso, había conseguido, una vez más, regresar de nuevo, sano y salvo, a la calma silenciosa del corral.


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