sábado, 23 de abril de 2011

Desde la otra orilla

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VERSIÓN NARRADA
Desde la otra orilla

VERSIÓN ESCRITA
Cada día me cuesta más trabajo recordar las cosas de entonces.  Es como si algo se fuera deshaciendo poco a poco en mis entrañas, como una gota de tinta disolviéndose en el agua.


Sólo recuerdo que era noche cerrada y con niebla; que el viejo autobús de Viajes Reyero seguía la ruta prevista en su viaje hacia Roma; que me desperté de repente a causa, tal vez, de un brusco frenazo o del frío que me recorría la espalda; que después del primer sobresalto me pareció que todo estaba en orden y en calma:  mi mujer dormía plácidamente en el asiento de al lado.  Lo mismo que la pareja de Astorga que iba delante y los novios melosos de Villafranca del Bierzo.


En fin, todo en orden y en calma.


Salvo, tal vez, un pequeño detalle:  Mariano, el joven conductor de Cistierna, había sido sustituido, mientras yo estaba dormido, por otro distinto, veinte años más viejo y con aire cansado.


Me acerqué hasta él, recorriendo las filas de gente dormida.


-¿Y Mariano?


- No se preocupe por él.  Sobrevivió (sólo él entre todos nosotros) al accidente mortal de hace un rato.


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2 comentarios:

Luis Ángel Díez Lazo dijo...

Estas historias, que escriben a medias el escritor y el lector, me encantan. Y si se mezcla lo real con lo irreal, es el colmo.
Pero ya no me sorprendes, tengo tu libro.

Francisco Flecha dijo...

Sabía que alguien había comprado el libro. Me alegro que seas tú
Saludos