sábado, 12 de marzo de 2011

El vinatero de Avilés


Imagen  ( de Casa Benito, por supuesto)  tomada de
 http://www.flickr.com/photos/wonderfulhorriblelife/505735420/


Venía puntualmente por diciembre como un rito, llenó de historias y de vino, parlanchín y vividor, a contratar el vino nuevo en las bodegas, a aliviar con "La Gallega" los ardores del cuerpo en El Barranco y a rematar, más que nada, el último tino de escabeche de "El Benito".  
Eran cuatro o cinco días en que Pepín se libraba del orvallo y de aquel cielo gris y espeso de humos y sirenas de Avilés y la Fani se libraba de Pepín, de aquellas largas noches de vino y de ronquidos, del "peor trabajo del día", como solía decir cuando subía a la alcoba cada noche, o de aquellas siestas del domingo cuando Pepín llamaba a gritos desde arriba y la Fani bajaba al poco rato, ajustándose el mandil:
-¿Abrasome, fiu, abrasome!
Pero esta vez habían pasado seis semanas desde que Pepín salió de casa.
Nunca había estado fuera tanto tiempo y la Fani empezaba a preocuparse porque este hombre no se cuida y ya le dijo el médico que la tensión y el vino podrían darle un susto, cualquier día.
Así se lo dijo por teléfono a Julián, el encargado de "Bodegas Valdevimbre", cuando llamó para preguntar si Pepín había pasado por allí.
- ¿No te preocupes, Fani, mujer, que se habrá entretenido por ahí, ya sabes cómo es!.
A la mañana siguiente, al mediodía, le vieron venir, enrojecido y satisfecho, como andando de perfil, como si aquella acera de la Calle de la Torre fuera demasiado estrecha para él.
-Anda, llama a la Fani, que la tienes contenta, ya verás.
Recompuso, como pudo, la figura y le dijo solemne a la parienta:
- Que no me esperes, Fani, que no me esperes: que he perdido el tren de ayer, de hoy y de mañana.
Fue aquel, según dijeron, un año extraordinario, con un vino fresco y afrutado, como pocos.
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4 comentarios:

Mauro Navarro Ginés dijo...

Como decimos por estas tierras, debiera el Pepín entrar de culo en la casa, para dar la impresión de que salía. En otros tiempos solían ocurrir muchas historias como esta que refieres amigo Flecha. Aquí, en el pueblo, había un camionero que aparcaba el camión a la vera del parque y despues de llenar sus reales de vino, dormía en el vehiculo y partía a la alborada del lunes sin aparecer por casa. Me gustan tus relatos, se asemejan a ese mundo creado por García Marquez y eso me encanta ... Un abrazo.

Francisco Flecha dijo...

Gracias, Mauro. En algún momento tengo escrito que Macondo está muy repartido por el mundo. Es más, Macondo no es tanto un lugar como una forma de mirar.
Saludos

Luis Ángel Díez Lazo dijo...

Lo que ocurre es que los oriundos de Macondo siempre esperamos que alguien nos cuente una historia de allí y siempre se encuentra en cualquier rincón a alguien que sabe de sus sucedidos.
En cuanto a Pepín, más le valiera perder todos los trenes de todos los días o que se ciegue el túnel de Pajares.
A fin de cuentas entre las iras de la Fani y una buena añada, no hay punto de comparación.

Francisco Flecha dijo...

Tu balcón desde la tapia del tapiero (http://latapiadeltapiero.blogspot.com) ofrece también una visión de uno de nuestros Macondos rurales y mineros que no puede uno perderse.
Saludos