lunes, 7 de marzo de 2011

El largo y caprichoso camino hacia la gloria

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Cuando se ha llegado a la cumbre, cuesta trabajo acordarse de las dificultades y penurias sufridas hasta ese momento de las mieles.

Sin embargo, no había sido fácil el camino hacia la fama. Cuando aún era un principiante, había escrito tres poemarios (en versos alejandrinos), dos novelas y algunos cuadernos con relatos que, ahora mismo, no sabe dónde habrán ido a parar.

Había presentado originales, bajo plica (y sin éxito ninguno), a todos los premios y concursos convocados por cofradías, ayuntamientos y casas regionales.

Y nada. El guardián de las puertas de la gloria resultó siempre sordo a sus llamadas.

Pero todo cambió por fortuna y de repente a partir de aquella fecha en que comenzaron a desaparecer, como por arte de magia, las líneas anteriores de sus textos según iba escribiendo.

Y la cosa fue en aumento.

Aquella misteriosa ola borradora, a veces, casi le alcanzaba y se veía obligado a escribir cada vez más deprisa por mantener, al menos, la última palabra.

Cuando, no sin cierto reparo, mandó a la imprenta aquel libro con 325 páginas en blanco, le costó trabajo comprender el repentino éxito de ventas y la obtención (casi por aclamación) del Premio Nacional de la Crítica.

Hoy, tras más de 50 obras rigurosamente en blanco, está a punto de convertirse en inmortal, ocupando en la Academia el sillón jota minúscula, vacante desde hace siete años.

2 comentarios:

Luis Ángel Díez Lazo dijo...

El destino es casi siempre caprichoso, pero en los tiempos que corren, empieza a ser cada vez más verdad la poca paga al esfuerzo y el triunfo de los discursos huecos.

Francisco Flecha dijo...

Es cierto: son tiempos en los que triunfa más la provocación que el trabajo laborioso
Gracias por la visita y el comentario